6ª SESIÓN

HERBARIO

 Las hojas recolectadas hace dos semanas, ya están listas para que los alumnos/as elaboren sus composiciones favoritas.
Cada uno cogió su libreta y seleccionó los ejemplares que más le gustó. Con ellos hicieron marca-páginas, fichas y formas que se les iban ocurriendo a ellos.
Aquí os dejo algunas de ellas:
 



MONOGRÁFICO DEL ALOE VERA

HISTORIA DEL ALOE VERA

Desde lo más remoto de los tiempos son conocidas las virtudes y efectos curativos del Aloe Vera. Parecen ser los sumerios quienes, en la época de los reyes de Akkad, hayan aludido por primera vez al uso terapéutico del áloe, en unas tablillas de arcilla. El áloe figura también en vasos pintados egipcios de la época arcaica. El “Libro egipcio de los remedios” del famoso papiro Ebers (siglo XV a. J.C.) menciona igualmente el áloe en fórmulas de curación que remontan quizá al tercer milenio antes de nuestra era. Para los hindúes el áloe figura como una de las mejores plantas secretas del Atharvaveda (textos fundamentales del hinduismo), que lo apoda “el curandero silencioso”. En la Biblia encontramos su rastro en varios Libros sagrados: (Números, Cantar de los Cantares, Evangelios). En el Nuevo Testamento, aparecen varios pasajes referidos al aloe.

EL ANTIGUO EGIPTO
Para los antiguos egipcios el áloe tenía la reputación de conservar la belleza y el esplendor de las mujeres. Los faraones lo consideraban un elixir de larga vida. La tradición quería que fuese llevado durante las ceremonias funerarias un plantel de áloe. Los sacerdotes asociaban la planta a sus ritos funerarios y la incorporaban a la composición de la fórmula del embalsamamiento, bajo el nombre de “planta de la inmortalidad”. Pero el áloe también poseía, según los antiguos, virtudes cosméticas. Se dice que el brillo de los ojos de Cleopatra era sobre todo debido a un colirio hecho a base de áloe, confeccionado por una de sus esclavas númidas, y que la belleza de la piel y de la tez de Nefertiti surgía de sus baños en leche de burra y de pulpa de áloe.

GRECIA Y ROMA
Para los griegos el áloe era símbolo de belleza, paciencia, fortuna y salud. En uno de sus tratados, Hipócrates describe algunas propiedades curativas del áloe : crecimiento del cabello, curación de tumores, alivio de disenterías y dolores de estómago.Parece ser que fue también bajo el estímulo de Aristóteles, que Alejandro Magno, emprendió una expedición naval para apoderarse de la isla de Socotra y de sus plantaciones de áloe. En efecto se decía que el jugo de esta planta volvía a los guerreros invulnerables.Los fenicios hacían secar sus hojas en odres de piel de cabra y la exportaban por todo el área de influencia greco-romana. Fue a lo largo de las guerras púnicas que los romanos descubrieron, sorprendidos, las virtudes del áloe. Sus prisioneros cartaginenses lo consumían en gran cantidad para curar sus heridas. Dioscorides, médico griego que sirvió durante mucho tiempo en los ejércitos romanos, describía con entusiasmo las propiedades del áloe. Destacaba entre otras la virtud de hacer coagular la sangre de las heridas, de cicatrizar las desolladuras y las llagas abiertas, de curar los forúnculos, las hemorroides. Pretendía también que la pulpa fresca del áloe frenaba la caída del cabello y detenía las oftalmias. Plinio el Viejo (23-79 d. J.C.) describe en su “Historia Natural” la original manera de curar la disentería inyectando áloe con una pera para lavativas. 

ORIENTE Y ÁFRICA
Los beduínos de la península arábiga y los guerreros tuaregs del Sahara conocen las virtudes del áloe, que llaman “Lirio del Desierto” En caso de epidemia o de escasez, los parsis y los escitas tenían la costumbre de alimentarse con pulpa de áloe. Se dice que uno de los secretos de la longevidad de los Templarios residía en el famoso elixir de Jerusalén, elaborado con hachís, pulpa de áloe y vino de palma Dominique Larrey, cirujano jefe de los ejércitos de Napoleón, iniciado por un marabuto al que veía curar milagrosamente las heridas más terribles infligidas a sus mamelucos, aprendió a curar a los veteranos de la “Grande Armée” gracias a la pulpa de las hojas de áloe abiertas a sablazos. De ahí la expresión militar francesa: “sabrer l'aloès”

EDAD MEDIA Y RENACIMIENTO
Fue durante las Cruzadas cuando los guerreros cristianos de Occidente descubrieron las virtudes del áloe, que sus adversarios musulmanes consideraban como el remedio por excelencia. A lo largo de sus conquistas, los árabes aclimataron el áloe en Andalucía. Gracias a la pulpa del áloe los marinos españoles de la Santa María, diezmados por la enfermedad y la malnutrición, fueron salvados parcialmente, y aquello incitó a Cristóbal Colón a llamarlo el “doctor en maceta”. A partir de entonces los españoles transportaron siempre áloe a bordo de sus navíos.

AMÉRICA
El tictil o curandero era para los Nahuas el hombre un poco brujo que conocía las plantas poderosas y las plantas que curan. Curaba las heridas, las picaduras de insecto y las mordeduras de serpiente al untar las heridas con la “sangre” del áloe. Los Indios se quitaban la migraña aplicándolo con cataplasmas alrededor de la cabeza. Pero, como acabamos de ver, fueron los jesuitas quienes relanzaron verdaderamente el áloe en las colonias de América. Conocían las virtudes medicinales de esta planta que se cultivaba cuidadosamente en los monasterios de Andalucía.

EXTREMO ORIENTE
En Japón el áloe es una planta reina. Se bebe, se come, se consume y cura bajo todas sus formas. 
Actualmente, la pulpa del aloe saponaria sirve para hacer jabones y productos cosméticos, el aloe ferox, el aloe thraskii, el aloe marlothii entran en la composición de numerosas preparaciones farmacéuticas y cosméticas. Los chinos, que no son menos amantes del áloe que sus primos japoneses, lo utilizan bajo todas sus formas. Desde hace siglos el áloe es considerado como un medicamento específico contra las quemaduras y enfermedades de la piel.La medicina china moderna utiliza la pulpa del aloe sinensis en el tratamiento de la arteriosclerosis.

TIEMPOS MODERNOS
En los años 30, Creston Collins y su hijo redescubrieron científicamente las virtudes del aloe vera y demostraron su eficacia en la cura de numerosas afecciones. Destacaron especialmente, en un célebre informe, la capacidad del aloe vera (barbadensis) en paliar los nefastos efectos de las radiaciones derivadas de la radioterapia.Al final de los años 50, Bill C. Coats, un farmacéutico tejano que dedicó gran parte de su vida al estudio de esta planta, consiguió estabilizar la pulpa fresca del aloe vera gracias a un proceso totalmente natural. Su secreto, patentado, reside en la incubación durante tres días de la pulpa, a una temperatura variable, y en la adición de vitamina C, vitamina E y sorbitol, anti-oxidantes eficaces. Este gran descubrimiento permitió comercializar el aloe vera, que está conquistando el mundo en beneficio de todos. Bill Coats publicó varias obras en las que explica sus investigaciones detalladamente.En 1984 Ivan E. Danhof, antiguo profesor de fisiología en la universidad de Tejas y jefe del Laboratorio de Investigaciones del Norte-Tejas, dirigió unos estudios que demostraron que la aplicación de gel de áloe en la piel cansada aceleraba de 6 a 8 veces la producción de fibroblastos humanos, respecto al ritmo de reproducción celular normal. Los fibroblastos, que son responsables de la fabricación del colágeno, principal sostén proteínico de la piel, son unas células cuya actividad condiciona el envejecimiento de la dermis y la aparición de arrugas. Según Danhof, los polisacáridos de la pulpa de áloe serían los que facilitan la reorganización de las células de la delgada barrera protectora que ofrece la capa córnea de la epidermis. El Dr. Danhof ha demostrado las fantásticas virtudes de rehidratación del áloe, cuyo gel (constituido por un 95% de agua) penetra en el interior de la piel 3 o 4 veces más deprisa que el agua.Al médico japonés Fujita le debemos el haber descubierto que la bradikinasa es el enzima responsable de las sorprendentes propiedades anti-dolor, al mismo tiempo calmantes y cicatrizantes del aloe vera, y no solamente el ácido salicílico, como se creía hasta ahora. En 1985 el Dr. Bill Mc Analley aislaba un polisacárido extraído del aloe vera (barbadensis) al que llamaba carrisyn, mientras que unos investigadores canadienses descubrían, también ellos, una molécula activa que poseía notables propiedades antivirales: el acemannan. Ensayos clínicos realizados sobre enfermos de sida mostraron que el carrisyn reforzaba el sistema inmunitario de los enfermos de sida y frenaba de forma duradera la progresión del virus H.I.V.

PROPIEDADES MEDICINALES
Esta planta secreta y seductora merece estar en todos los hogares.Recientemente se ha conseguido estabilizar el gel activo pero inestable de la pulpa del aloe vera, para uso prolongado. Actualmente es este gel mucilaginoso que contienen las hojas – la parte más activa del áloe – lo que se utiliza. La aloína, colagoga, estomacal, laxante y purgante, contenida en la “savia” de las células pericíclicas del áloe representaba para los antiguos un verdadero elixir de larga vida. Pero eran pocos los entendidos capaces de diferenciar esta savia amarillo-rosácea del gel incoloro del corazón de las hojas del áloe. Sin embargo es este gel astringente, bactericida, béquico, cicatrizante, fungicida, antiinflamatorio, hemostático, y virulicida, la parte más activa de la planta. Anestesia los tejidos, suprime los picores, (alivia las picaduras de insectos). Combate también con éxito la fiebre y el estreñimiento, dilata los vasos capilares y clarifica la sangre. En dermatología, el gel del áloe revitaliza los tejidos, “digiere” las células muertas, hidrata las pieles secas y penetra profundamente la dermis.La pulpa extraída de las hojas de esta planta es rica en vitaminas, en sales minerales, en aminoácidos, en enzimas, y también ofrece un alimento energético muy completo.

USOS DEL ALOE

Uso externo : la pulpa fresca de un aloe vera no está siempre a disposición inmediata,- pues aunque se posea una de estas “plantas-médico” en casa, hay que cortar una hoja sin pincharse, abrirla y extraerle la pulpa,- y por ello existen excelentes productos que contienen hasta el 98% de pulpa de áloe. El áloe también es utilizado bajo forma de preparaciones bioestimuladas, administradas en inyecciones subcutáneas, totalmente inofensivas. (Ver Wirth :Guérir par l'aloès). 

Uso interno : El áloe bebible es un buen regulador del tránsito intestinal y un excelente complemento alimenticio que contiene numerosas vitaminas y oligoelementos. El aloe vera cicatriza y desinfecta las heridas, facilita la digestión, activa el riego sanguíneo, la circulación linfática, las funciones renales, hepáticas y biliares, atenúa los dolores artríticos y reumáticos.

Alergias : Está demostrado que la pulpa fresca de aloe vera combate los picores de origen alérgico, las picaduras de insectos y sus secuelas, tanto en el hombre como en los animales de compañía.Artritis, reumatismos, dolores de espalda : Los baños* de áloe alivian los dolores de origen artrítico o reumático. Algunos terapeutas recomiendan frotar ligeramente las zonas doloridas con el gel estabilizado o con un ungüento hecho a base de áloe. 

Dermatología : Uno de los campos de acción privilegiado del aloe vera es la dermatología. Tiene fama por su eficacia contra la seborrea, el herpes, el acné rosácea, la psoriasis, los eczemas y las micosis, los herpes febriles...

Estómago e intestinos : La pulpa de aloe vera protege el organismo contra las úlceras gástricas, elimina las dificultades digestivas y favorece el tránsito intestinal. Infecciones del hígado : El gel de aloe vera estabilizado bebible es un gran remedio contra las infecciones del hígado. Mejora las funciones hepáticas y demuestra ser un excelente antídoto contra el exceso de consumo de alcohol. Se recomienda en la prevención de la cirrosis del hígado

Quemaduras : Es probablemente en la reparación de las quemaduras de la piel donde el áloe da resultados más espectaculares “indistintamente que las quemaduras sean provocadas por el fuego, el frío, el agua hirviendo, el sol, una descarga eléctrica o por radiaciones”

HIGIENE Y COSMÉTICA
El áloe es rico en vitaminas y minerales, tiene fama de ser astringente, humectante, devuelve a la piel su elasticidad, elimina las arrugas, actúa contra las erupciones, el acné, las irritaciones. Protege la piel de la contaminación del aire de las ciudades y las quemaduras del sol. Sus enzimas proteolíticos contribuyen a eliminar las células muertas de la piel y estimulan la división celular, facilitando la regeneración de las dermis perezosas o cansadas.

Cuidados de la boca: las propiedades del áloe reinan en la higiene de la boca. Para mantener los dientes y las encías sanas, protegerse del sarro y de las caries, nada iguala los baños de boca cotidianos con áloe y el uso alternante de dentífrico a base de áloe y de flúor. 

Cuidados capilares: la acción astringente del áloe no sólo cierra los poros demasiado abiertos del cuero cabelludo sino que vigoriza, por su penetración subcutánea, la raíz misma del cabello. Los champúes de áloe son aconsejados para revitalizar los cabellos sin brillo o demasiado secos. 

Cuidados de la piel, al equilibrar su hidratación y al regularizar la renovación de sus células, la piel tratada con áloe vuelve a ser suave y lisa. El áloe es una verdadera bendicción para las pieles frágiles, y también actúa eficazmente contra los efectos desagradables del sudor.
 




PLANTACIÓN DE ALOE VERA

PASOS PARA PLANTAR UN ALOE VERA:
1º. Para reciclar aprovechamos las latas de comida del comedor de nuestro cole. Las latas se van a usar como tiestos para plantar nuestro aloe vera.
2º. Abrimos cuatro agujeros pequeños en la base de nuestra lata, para que el agua sobrante pueda salir.
3º. Se añaden dos dedos de chinos o grava, para que el agua pueda drenar mejor.
4º. Después se añade tierra o turba con los nutrientes necesarios para que la planta pueda vivir.

 5º. Se coge un estolón (hijo pequeño de nuestra planta de aloe vera) y se planta en la tierra o turba.
6º. Se cubre la planta hasta que las raíces queden totalmente bajo tierra.



7º. Se riega la planta.
8º. La planta se coloca en un lugar cálido y poco húmedo.


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